Imagen: Jan Tinneberg
Reflexión

Nuevo comienzo o continuidad novedosa de mi existencia

13/12/2021

La idea en la que me centraré en estas páginas es en la palabra “nuevo” a partir de una conversación establecida con un colega, el cual sostenía que lo espiritual es “un nuevo comienzo” en verdad no sé si tal cuestión existe, pues pareciera para mí que lo “nuevo” dentro de uno mismo es algo que ya es, o quizá es soltar lo ya existente e inherente al ser o tal vez; es lo ya recorrido en nuestro caminar que simplemente se va manifestando y es eso lo que vamos dibujando de nosotros mismos.


Pensando al respecto, recordé una experiencia que viví hace algunos años en mi niñez y me parece que desde ahí surge un camino aún sin saberlo, de búsqueda espiritual y que ni siquiera lo nombraba de esa forma.


La experiencia que les contaré en palabras de Edith Stein es lo que ella llamaría “experiencia originaria” (Stein, 1995, p. 27), comprendiendo por originaria, lo que surge en lo más profundo de mi ser, es un resplandor que aparece y en el cual quedas atrapado no puedes moverte de ahí, solamente experiencias ese instante de la vida. Es un momento esencial e inmanente de cada vivencia, con su correspondiente datidad es decir, lo dado lo que aparece de la vivencia frente a mí.


Empiezo por describirles el lugar donde me encontraba, me hallaba en un salón que no estaba contenido por paredes, se levantaban grandes ventanales de cristal de piso a techo, lo que permitía que mi mirada se posara en el exterior del recinto. Estaba yo inmersa en la naturaleza que se vislumbraba majestuosa ante mis ojos, observaba con asombro los verdores de la vegetación y lo imponente de las montañas, provocando una conexión con algo mucho más grande que mi ser y fue entonces cuando me percaté de mi sensación corporal.


Sentía un estremecimiento y un escalofrío que recorría mi cuerpo, percibía una presencia que iluminaba mi vida, una especie de resplandor que alumbraba y calentaba mi corazón.


Me sentía completamente en paz, una serenidad interna permanecía dentro de mi. Ya no escuchaba ninguna voz, solamente sentía una gran unión con algo sagrado dentro de mí, un espacio interior hasta ese momento desconocido.


Sentía mi cuerpo pesado sobre la silla, no quería moverme de ese lugar mágico, era una sensación de pertenencia, una calidez tierna sosegaba mi cuerpo, era una experiencia conmovedora y que jamás había sentido.


Esta experiencia era nueva o más bien era parte de un continuo de la vida que yo no había contactado anteriormente con algo así, por lo que para mí era ¨nuevo¨ mas ahora estoy segura que eso no era nuevo ya existía dentro de mí, pero no le había dado el tiempo y el silencio para ser escuchado.


Mi mente en ese momento no comprendía qué sucedía, esta vivencia era la presencia suave y acariciadora de una fuerza superior. Hoy en día nombro esta experiencia como mi primer encuentro místico, es decir, un aparecer con algo más allá de mi.


Recuerdo esta experiencia y entonces quizá lo llamaría ese comienzo pues como señalé anteriormente no sé si le llamaría nuevo, pues surge dentro de mi la siguiente pregunta: ¿cuándo el ser empieza este recorrido de expandir o hacer consciente la dimensión espiritual? Desde que existimos la persona está totalmente integrada e inmersa en el todo siendo inseparable, me parece una fantasía el pensar que carecemos de algo, ya que estamos completos desde el inicio como totalidad.


Lo sorprendente para mi fue ese despertar a algo desconocido mas ahora sé que siempre ha estado ahí. Edith Stein, en su libro Sobre el problema de la empatía, dice lo siguiente: “Lo que no puedo eliminar, lo que no está sujeto a ninguna duda, es mi experiencia de las cosas, junto con su correlato, el completo fenómeno de la cosa” (Stein, 1995, p. 22).


Al recordar y narrar mi experiencia originaria solamente fue ese momento en el que se hizo evidente para mi la dimensión espiritual, tomé conciencia de la plenitud de mi ser y que algo más grande que yo me sostiene.


Cuando abrimos la puerta a estas experiencias aparece una confianza plena en la vida, no hay pretensión, nos deshacemos de todas aquellas capas que hemos construido alrededor de nosotros y lo que se devela es solamente el Ser brillando, lleno de paz, quietud y serenidad.


Convencida entonces de la experiencia antes descrita y de mi búsqueda personal me doy cuenta al escribir estas líneas del camino recorrido, de la cantidad de ocasiones que ensordecía mi dimensión espiritual, y cómo poco a poco mi ser se ha revelado para mi y para el otro. Pienso que al regresar a nuestro origen y como origen me refiero al inicio de nuestra existencia es donde recuperaremos lo más sagrado y profundo de nuestro ser.


Ya el poeta y dramaturgo anglo-americano, T.S. Elliot mencionaba: “No dejaremos de explorar Y al final de la exploración será Llegar al punto de partida. Y conocer el sitio por primera vez” (Elliot citado en Lou Marinoff, 2013, p. 31).


Pienso que hemos perdido la capacidad de observar con mayor claridad la experiencia de cada uno de nosotros. Considero que somos parte de la interconexión con nuestro profundo ser divino, el entorno y las otras personas. Regresar a estas experiencias originarias nos harán regresar a nuestro centro y dialogar con otros seres humanos desde este encuentro amoroso y compasivo.


La persona contiene ilimitados potenciales y un profundo conocimiento de sí mismo, hace falta re-descubrirlos, fortalecerlos, concientizarlos y volver a encontrarlos para poder lograr una mejor integración de nuestra mente, emociones, cuerpo y espíritu. Citando al doctor Rich Hycner: “Lo que nos une como humanos no es necesariamente lo visible y lo tangible, más bien la dimensión invisible e intangible entre nosotros. Es el espíritu humano el que permea cada una de nuestras interacciones” (1995, p. 3).


Más que concluir este escrito con mis hallazgos, quisiera invitarlos a que cada uno de nosotros nos preguntemos: ¿Hay algo nuevo en mi? O será más bien el re-conectar con nuestro profundo ser que nos ha sido dado desde el inicio ¿Cómo nos hemos dejado de escuchar en nuestra completa sabiduría organísmica? ¿Qué ha obstaculizado mi estado de presencia en su totalidad? ¿Cómo sorprenderme y descubrirme como ser humano integrado y completo? ¿Cómo partiendo de mi ser en completud me relaciono con el mundo y con los otros?


Reconozco después de haber escrito lo anterior que somos seres completos y perfectos que ya todo se nos es dado como regalo, mas ciertamente siempre está la experiencia novedosa como vivencia la que nos hace crecer y vincularnos a cada momento con nuevas posibilidades.


Deseo que cada uno de nosotros nos reencontremos en este 2021 con nuestra propia continuidad junto con los otros y que regresemos a ese maravilloso asombro de caminar nuestra propia existencia como totalidad.




Referencias

Hycner, R. & Jacobs, L. (1995). The Healing Relationship in Gesetalt Therapy a Diaologic/Self Psychology Approach. Gouldsboro ME: The Gestalt Journal Press.

Marinoff, L. (2013). Más platón y menos prozac (Trad. Borja Folch). España: Programas educativos, S.A. de C.V. (Plato not Prozac!).

Stein, E. (1995). Sobre el problema de la empatía. (Trad. José Mardomingo). México, D. F.: Universidad Iberoamericana. (Zum Problem der Einfühlung).

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